En un pequeño pueblo rodeado de pinos y lagos, vivía una señor llamado Antonio. Cada año, en su cumpleaños, su familia organizaba una celebración íntima con pastel, regalos y, por supuesto, velas. Pero algo extraño comenzó a suceder cuando Antonio cumplió 67 años... El Primer Presagio Ese día, Chepe encendió las velas del pastel, pero cuando Antonio sopló con todas sus fuerzas, las llamas no se apagaron. Todas las amistades y familiares, entre risas nerviosas, intentaron apagarlas soplando juntos, incluso cubriéndolas con un plato. Nada funcionó. Las velas ardieron durante horas, hasta que, finalmente, se consumieron por completo. Un Misterio que se Repetía Al año siguiente, la situación se repitió. Muchas velas, muchas llamas indomables. Los vecinos también empezaron a murmurar. Algunos decían que era una bendición; otros, una maldición. Pero Antonio, lejos de asustarse, sentía una extraña calma cada vez que miraba el suave brillo de aque...