En los fríos inviernos de Viena de finales del siglo XVIII, la música de Wolfgang Amadeus Mozart llenaba los salones de la aristocracia europea. Pero detrás de su genio, el compositor vivía sumido en deudas, enfermedades y una creciente paranoia. Lo que pocos saben es que, en medio de su declive, una mujer misteriosa pudo haber evitado su trágico final.
El Encargo Anónimo
En 1791, Mozart recibió la visita de un hombre vestido de gris que le encargó una misa de réquiem. El músico, ya debilitado y obsesionado con la idea de que estaba componiendo su propia muerte, aceptó el trabajo sin saber que aquel encargo sería su último trabajo.
Sin embargo, semanas antes de su fallecimiento, una mujer llamada Sophie Weber—cuñada de Mozart y hermana de su esposa, Constanze—intervino de manera decisiva. Sophie, quien había cuidado al compositor durante sus últimas fiebres, descubrió algo inquietante: alguien estaba envenenándolo lentamente.
La Sospecha del Veneno
Según cartas y testimonios de la época, Mozart sufría de dolores agudos, hinchazón y vómitos. Sophie notó que, cada vez que un supuesto "amigo" visitaba a Wolfgang, su salud empeoraba. Una noche, sorprendió a un hombre agregando un polvo blanco en la bebida del compositor. Sin pensarlo, arrojó la copa al suelo.
—¿Qué estás haciendo? —gritó Sophie.
El intruso huyó, pero el daño ya estaba hecho. Mozart, aunque debilitado, sobrevivió unos días más gracias a los cuidados de Sophie.
¿Quién Quería Muerto a Mozart?
Las teorías son muchas: algunos creen que fue Antonio Salieri, su rival en la corte; otros, que fue un asesino enviado por sociedades secretas debido a que Mozart había incluido símbolos masónicos en La Flauta Mágica. Lo cierto es que, de no ser por la valentía de Sophie, el compositor habría muerto incluso antes.
Mozart falleció el 5 de diciembre de 1791, pero gracias a Sophie Weber, el mundo pudo disfrutar de sus últimas composiciones, incluidos los conmovedores compases del Réquiem en Re menor.
El Legado de una Heroína Olvidada
Sophie nunca buscó reconocimiento, pero su historia quedó enterrada entre los mitos y leyendas de la muerte de Mozart. Hoy, algunos historiadores reivindican su papel crucial en los últimos días del genio.
¿Qué habría pasado si Sophie no hubiera intervenido? ¿Habría Mozart terminado su réquiem? La historia pudo ser muy diferente gracias a la mujer que desafió el destino y le regaló al mundo unos días más de su música.
¿Crees que Mozart fue envenenado? ¿O su muerte fue solo el resultado de una salud frágil? La intriga sigue viva, como su eterna melodía.
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